La seguridad de los edificios existentes. Comentarios a la luz de varios colapsos.

“Aviso a navegantes”: Los problemas estructurales a medio plazo van a ocurrir en los edificios existentes, no en los edificios de nueva construcción. Y estarán causados por obras de reformas agresivas incontroladas, problemas de uso/mantenimiento y malas inspecciones técnicas. Los varios casos de colapso ocurridos en España en los últimos 5 años (cosa que no había ocurrido antes) han hecho saltar las alarmas.

Se trata de edificios de hace 50 años que “no piensan dejar de existir” (no es como antes, que las casas de los ensanches se tiraban y en su lugar se hacían edificios especulativos más altos), porque físicamente ya no se puede aumentar más la edificabilidad, porque están situados en buenas localizaciones (en la playa, en áreas de ensanche de las ciudades…), son objeto de incremento continuado de valor y hasta de especulación inmobiliaria. Pero construidos con tecnologías que aún siendo buenas para su época de construcción, son peores que las de los edificios nuevos actuales y, en este caso concreto, menos durables.

A nuestras sociedades occidentales nos va a costar mantener las condiciones de seguridad estructural y de seguridad contraincendios que actualmente tienen nuestros edificios altos de 40-60 años, que son muchísimos. Va a ser el gran problema estructural a medio y largo plazo, mucho más que las estructuras de los edificios nuevos y se requieren varias estrategias para abordarlo bien:

  • Cambio de paradigma en las Universidades: Al menos en la nuestra, no sólo dirigimos las enseñanzas a la obra de nueva planta, también a la rehabilitación de la estructura. Porque nos dijeron que "había que dirigir los esfuerzos a la REHABILITACIÓN de edificios" ¿se acuerdan?. Y eso nos conllevó a implementar grandes cambios en la docencia y en la investigación, que coincidieron además con la implantación del EEES (Espacio Europeo de Educación Superior). Con ello dotamos a la sociedad de graduados capaces de afrontar los nuevos retos.
  • Conocimiento de los sistemas estructurales anteriores: En los primeros 80 años, desde que se desarrolló el hormigón armado (coinciden con los primeros 80 años del siglo XX) ha habido muchos tipos de hormigón y muchos sistemas estructurales de hormigón armado y mixtos hasta llegar a los actuales. Es innumerable la cantidad de "tipos de forjado" que se realizaron en esos años, y distintos en cada país. Debemos conocerlos muy bien antes de intervenir ahora en estos edificios y para saber diagnosticar sus problemas. He llegado a ver informes de ayuntamientos que decían que un forjado estaba mal “porque no tenía mallazo y capa de compresión” (sic), de un edificio que había sino construido 20 años antes de que fuera inventado siquiera tal "mallazo" que ahora exigía la Administración. Es como si a un SEAT-600 se le exigiera en la ITV tener frenos ABS.
  • Conocimiento de las normas: Casi toda la ingeniería estructural se aprende sólo “el último código estructural” (porque se dedica fundamentalmente a las obras de nueva planta), pero hay que conocer las antiguas normas que sirvieron para estos edificios, para entender cómo funcionan y poder peritarlos. Podemos encontrarnos (caso de España) con estructuras de hormigón armado que fueron construidas con la EH-39, redactada nada menos que por Eduardo Torroja durante la guerra civil. Tenemos que conocer estas normas, que tienen exigencias estructurales y márgenes de seguridad diferentes pero no "ilegales", porque si aplicamos las normas nuevas tendríamos que tirar todos los edificios existentes, incluido el patrimonio histórico. Lo reconoce expresamente y regula el Anejo D del DB-SE español, pero pocos técnicos conocen esta norma, y eso que es la guía para todo el patrimonio construido existente.
    • Mucho control administrativo en las reformas interiores: Nótese que, como las operaciones de reforma que añaden nuevas cargas a los pisos y “descubren daños ocultos” (como la oxidación localizada), son OBRAS MENORES, frecuentemente ni siquiera existe un técnico capacitado para valorar y, en el caso español, existe para más INRI la costumbre de "Manolo y Benito" de “ocultar” los vicios con los revestimientos. Nótese que estos personajes no existen en otros países, luego el problema en España, como en todos los países latinos en general, va a ser mucho mayor. De hecho, hoy, cuando peritamos un edificio reformado, es casi imposible acceder a la realidad de los elementos estructurales, que están ocultos tras capas y capas de revestimientos sucesivos de distintas épocas (que pesan). Si difícil es conocer el estado interno del cuerpo humano por medio de radiografías y otros métodos diagnósticos, imaginemos de un edificio, más extenso, con menos presupuesto y “menos ganas” de encontrar defectos por parte de todos, de los constructores, de los propietarios y de una Administración que "no quiere líos", sólo busca responsables "cuando pasa algo".
    Ejemplos españoles: Saltaron las alarmas cuando en el verano de 2015 colapsaron en Madrid dos edificios de mediano tamaño (algo inédito en España) que habían pasado favorablemente la ITE (Inspección Técnica de Edificación): Uno en en Carabanchel (C/ Duquesa de Tamames, 5) y otro en Tetuán (C/ Bravo Murillo, 338). En los dos se llegó a la conclusión de que la estructura había sido afectada y luego tapada para que no se viera (ocultada por reformas en los locales comerciales fundamentalmente).

    Pero hay más casos, también en Madrid, en el año 2018 colapsaron súbitamente otros dos, uno en la C/ Martínez Campos nº 19 y otro, nada menos que la reforma del Hotel Ritz en 2018. En 2016 uno en Santander y otro en Tenerife.

    Para evitarlo está precisamente la inspección técnica de edificios (ITE), para sospechar, detectar, diagnosticar y prescribir los refuerzos necesarios, porque está en juego la seguridad de las personas y los bienes. Pero resulta que la ITE se ha convertido en un trámite administrativo ¡autonómico! más para otras cosas secundarias (subvenciones, justificar obras espurias de las comunidades de vecinos y sus administradores...), abandonando su principal objeto de acreditar la seguridad del edificio. En Madrid, entre el 15 y el 20% de los informes de las ITE son desfavorables, pero prácticamente ninguno lo es por la estructura del edificio, casi todos lo son por temas de instalaciones, aislamientos o accesibilidad (aspectos ellos "políticamente más correctos"). Esto es así porque directamente los técnicos informadores (los de honorarios más baratos, en concreto ¡35,00 euros!) se limitan con respecto a la estructura a "rellenar una quiniela" que les cubre de responsabilidades (o eso creen ellos).

    Este año, el Colegio de Arquitectos de Madrid (COAM) ha denunciado "competencia desleal e intrusismo en las Inspecciones Técnicas de los Edificios", asegurando que detectan "decenas de informes favorables que certifican la seguridad de la estructura sin comprobar si presenta algún problema" y que "cobran menos por una firma que certifica ante los ayuntamientos que todo está bien, una práctica peligrosa" (sic). En España, según la Ley 38/1999 de Ordenación de la Edificación, el único titulado competente para la seguridad estructural de un edificio (art. 3.1-b-1) es el arquitecto (puede hacerlo también un ingeniero estructural pero siempre bajo la dirección de un arquitecto). ¿Nos imaginamos qué pasaría si los controles periódicos de detección del cáncer, en lugar de ser realizados por médicos especialistas dotados de medios adecuados, fueran un mero trámite (rellenar un estadillo) a cargo de cualquier profesional no competente compitiendo en precio?

    A los encargados de cumplir la Ley de la Gravedad (al menos en España es la "única ley" que se cumple siempre) no nos deja de alarmar que nuestra Administración, cuando piensa en Rehabilitación, no se preocupe de la seguridad de los edificios existentes. El nuevo Código Estructural que acaba de ser aprobado este mes no contempla más que los edificios nuevos, ¿no habíamos quedado en que había que REHABILITAR?. Sólo se preocupa de lo políticamente correcto, que reparte subvenciones y da votos:  la "sostenibilidad[3]". Pero, obsérvese la perversión del lenguaje, no la "sostenibilidad estructural" exigida ya (escrita en piedra) en el código de Hammurabi (año 1750 antes de Cristo), sino "otra nueva" que ha introducido el diccionario de la RAE recientemente.

    Por desgracia, sólo cuando se cae un edificio la sociedad entiende lo que es realmente importante en la construcción.


    COROLARIO: EDIFICIOS DE VIVIENDA COLAPSADOS EN ESPAÑA DESDE 2015